A la ciudad
de Rosario, por aquellos tiempos, le decían la “chicago argentina”, mal
intencionado apodo por su fama delictiva, de los años 20 que perduró por
décadas; para Simón, ese apelativo, el pensaba, que era obra de un cordobés
envidioso….
Simón era
un personaje singular que caminaba por las calles rosarinas, siempre tenía la
contestación oportuna para las preguntas de los transeúntes que lo buscaban
para desafiarle respuestas; su inteligencia lo habilitaba en los casos de
desconocer las respuestas y salir del paso con frases místicas o populares
hilvanadas de tal forma que el receptor quedaba más que satisfecho.
De Simón
nadie sabía su procedencia, existían infinidad de historias, había aparecido en
el viejo Rosario por los años 30, muchos recuerdan hoy sus caminatas por la
calle Córdoba desde Corrientes hasta el parque Belgrano, donde hoy se emplaza
el Monumento a la Bandera, era un paso, una pregunta, otro paso una respuesta,
otro tranco y otra parada y así se le hacia la noche, respondiendo y
respondiendo; algunos lo buscaban adrede, por la anécdota misma, pero otros y
no pocos y necesitados, buscaban en Simón respuestas que ellos mismos no tenían
a sus preguntas.
Simón no
era un sabio, un erudito o un estudioso; Simón tenía calles, noches, vidas
vividas de más; no era rico ni pobre, vestía con túnicas de buena calidad pero
viejas, sandalias, cabello largo, algo abandonado, pero limpio, algo viejo para
su edad, pero nadie podía definirle su perfil, no se sabía nada de él, si era
musulmán, judío o cristiano, tan solo decía: -Yo hablo con Dios y por eso hablo
con vos…..
Ya por la
década del 40 se había establecido en la ciudad como un ícono popular, con
reportajes en las radios, notas en el diario y revistas de actualidad, desde
Buenos Aires mismo lo habían venido a ver del diario Crítica; Simón recibía a
todos, una consulta era un café el los bares El Japonés o Los 20 Billares, una
pregunta, un vaso de vino en la fonda de San Juan y Buenos Aires, un reportaje
le dejaba una cena en el Sol de Mayo y alguna nota le aportaba alguna salida
trasnochada por el barrio Pichincha; Simón era agradecido y abierto, muy
intuitivo pero todos coincidían en que era un ser extremadamente inteligente y
enigmático.
Con los
años se supo, que fueron muchos los políticos que se acercaron a él para
charlas sobre temas de importancia ciudadana y buscar respuestas, él con
ingenio, casi queriendo quitárselos de encima, les decía: - Los políticos son
como las alpargatas, da lo mismo que sean de derecha o izquierda………., inclusive
algunos profesionales escépticos sucumbieron ante sus realidades y los
disculpaba de sus preconceptos diciéndoles: - La ignorancia es temporal, la
estupidez es para siempre…….. ,mientras sonreía socarronamente.
Quienes más
querían saber sobre él le preguntaban sobre su vida a lo que les respondía: -
Para que quieres saber de mi vida, si aún no conoces la tuya…… la palabra
justa, en el tiempo y el espacio: - Daría todo lo que sé por saber la mitad de
lo que ignoro….., contestaría ante otra consulta
Algunas
veces, improvisados buceadores de verdades quisieron seguirlo para saber donde
moraba o donde dormía; Simón, no se negaba y era él quien los acompañaba,
caminaban y hablaban, caminaban y hablaban, así, hasta que los vencía por cansancio cayendo
exhautos y abandonaban sus ideas.
Un día
Simón faltó a la cita, no se lo vio caminar la calle Córdoba, muchos rosarinos
se quedaron con un manojo de preguntas en sus gargantas, miraban la peatonal
atestada de gente pero parecía vacía sin Simón caminando por ella, parecía un
largo sendero que terminaba en la construcción de lo que sería con el tiempo el
Monumento a la Bandera; el año 1943 para los que frecuentaban a Simón fue el
final de una época, todo giraba en dos etapas, antes de Simón y después de
Simón; solamente la inauguración del bar “El Cairo” cambiaba de tema en sus
conversaciones.
Pasaron los
años y la idea de la muerte de Simón se
fue acrecentando, nada más se supo de éste personaje de leyenda, algunas
reales, otras anecdóticas y algunas inventadas; se formaron grupos de
investigación, fue tema de tratados e inclusive se quiso rearmar su vida con
extractos y recortes de sus pasajes, decían que vivía del aire, que llegó en un
tren carguero, que nació en un pueblo cercano, que dormía en la obra del Monumento
a la Bandera…..¿y por que no, esta lógica?, si todas las noches enfilaba para
aquel lado, un paso una pregunta, otro paso una respuesta…. y así se perdía en
la noche y en la barranca de la plaza Belgrano; ¡entonces vivía en lo que hoy
es el Monumento a la Bandera!......
¿Y su
cuerpo donde esta?...... esta duda jamás tuvo una respuesta de rigor
científico; pero quienes hoy caminan la calle Córdoba hacia la plaza Belgrano
recorriendo el Propileo Triunfal de la Patria, en busca de respuestas a
preguntas existenciales, podrán oír por lo bajo la voz de Simón, desde los
cimientos del mismo muro, decirles: -Yo
hablo con Dios y por eso hablo con vos…..
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