sábado, 9 de junio de 2012

SIMÓN, EL MURO QUE HABLA


A la ciudad de Rosario, por aquellos tiempos, le decían la “chicago argentina”, mal intencionado apodo por su fama delictiva, de los años 20 que perduró por décadas; para Simón, ese apelativo, el pensaba, que era obra de un cordobés envidioso….
Simón era un personaje singular que caminaba por las calles rosarinas, siempre tenía la contestación oportuna para las preguntas de los transeúntes que lo buscaban para desafiarle respuestas; su inteligencia lo habilitaba en los casos de desconocer las respuestas y salir del paso con frases místicas o populares hilvanadas de tal forma que el receptor quedaba más que satisfecho.
De Simón nadie sabía su procedencia, existían infinidad de historias, había aparecido en el viejo Rosario por los años 30, muchos recuerdan hoy sus caminatas por la calle Córdoba desde Corrientes hasta el parque Belgrano, donde hoy se emplaza el Monumento a la Bandera, era un paso, una pregunta, otro paso una respuesta, otro tranco y otra parada y así se le hacia la noche, respondiendo y respondiendo; algunos lo buscaban adrede, por la anécdota misma, pero otros y no pocos y necesitados, buscaban en Simón respuestas que ellos mismos no tenían a sus preguntas.
Simón no era un sabio, un erudito o un estudioso; Simón tenía calles, noches, vidas vividas de más; no era rico ni pobre, vestía con túnicas de buena calidad pero viejas, sandalias, cabello largo, algo abandonado, pero limpio, algo viejo para su edad, pero nadie podía definirle su perfil, no se sabía nada de él, si era musulmán, judío o cristiano, tan solo decía: -Yo hablo con Dios y por eso hablo con vos…..
Ya por la década del 40 se había establecido en la ciudad como un ícono popular, con reportajes en las radios, notas en el diario y revistas de actualidad, desde Buenos Aires mismo lo habían venido a ver del diario Crítica; Simón recibía a todos, una consulta era un café el los bares El Japonés o Los 20 Billares, una pregunta, un vaso de vino en la fonda de San Juan y Buenos Aires, un reportaje le dejaba una cena en el Sol de Mayo y alguna nota le aportaba alguna salida trasnochada por el barrio Pichincha; Simón era agradecido y abierto, muy intuitivo pero todos coincidían en que era un ser extremadamente inteligente y enigmático.
Con los años se supo, que fueron muchos los políticos que se acercaron a él para charlas sobre temas de importancia ciudadana y buscar respuestas, él con ingenio, casi queriendo quitárselos de encima, les decía: - Los políticos son como las alpargatas, da lo mismo que sean de derecha o izquierda………., inclusive algunos profesionales escépticos sucumbieron ante sus realidades y los disculpaba de sus preconceptos diciéndoles: - La ignorancia es temporal, la estupidez es para siempre…….. ,mientras sonreía socarronamente.
Quienes más querían saber sobre él le preguntaban sobre su vida a lo que les respondía: - Para que quieres saber de mi vida, si aún no conoces la tuya…… la palabra justa, en el tiempo y el espacio: - Daría todo lo que sé por saber la mitad de lo que ignoro….., contestaría ante otra consulta
Algunas veces, improvisados buceadores de verdades quisieron seguirlo para saber donde moraba o donde dormía; Simón, no se negaba y era él quien los acompañaba, caminaban y hablaban, caminaban y hablaban, así,  hasta que los vencía por cansancio cayendo exhautos y abandonaban sus ideas.
Un día Simón faltó a la cita, no se lo vio caminar la calle Córdoba, muchos rosarinos se quedaron con un manojo de preguntas en sus gargantas, miraban la peatonal atestada de gente pero parecía vacía sin Simón caminando por ella, parecía un largo sendero que terminaba en la construcción de lo que sería con el tiempo el Monumento a la Bandera; el año 1943 para los que frecuentaban a Simón fue el final de una época, todo giraba en dos etapas, antes de Simón y después de Simón; solamente la inauguración del bar “El Cairo” cambiaba de tema en sus conversaciones.
Pasaron los años y la idea de la  muerte de Simón se fue acrecentando, nada más se supo de éste personaje de leyenda, algunas reales, otras anecdóticas y algunas inventadas; se formaron grupos de investigación, fue tema de tratados e inclusive se quiso rearmar su vida con extractos y recortes de sus pasajes, decían que vivía del aire, que llegó en un tren carguero, que nació en un pueblo cercano, que dormía en la obra del Monumento a la Bandera…..¿y por que no, esta lógica?, si todas las noches enfilaba para aquel lado, un paso una pregunta, otro paso una respuesta…. y así se perdía en la noche y en la barranca de la plaza Belgrano; ¡entonces vivía en lo que hoy es el Monumento a la Bandera!......
¿Y su cuerpo donde esta?...... esta duda jamás tuvo una respuesta de rigor científico; pero quienes hoy caminan la calle Córdoba hacia la plaza Belgrano recorriendo el Propileo Triunfal de la Patria, en busca de respuestas a preguntas existenciales, podrán oír por lo bajo la voz de Simón, desde los cimientos del mismo  muro, decirles: -Yo hablo con Dios y por eso hablo con vos…..




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