lunes, 11 de junio de 2012

AMOR A LA CUBANA


Raúl regresaba de su cuarto viaje a Cuba, ya lo había hecho en el 2010: el año pasado viajó dos veces y ahora este viaje; sus amigos sentían curiosidad por saber que era que lo llevaba a viajar tan seguido a ese país; por su parte él siempre se sintió fascinado de la belleza de la “isla”, su historia, sus lugares y principalmente su gente, la calidad del trato, el afecto, la dulzura del habla, la filosofía de vida.  En realidad Raúl no era ningún magnate para viajar tanto; ahorraba durante todo el año y podía disponer de ese pequeño placer de quince o veinte días, además ya había hecho amistades en La Habana, en Pinar, en Santa Clara, hasta en Varadero mismo; entonces se alojaba en casas de familias que todos los años lo esperaban con los brazos abiertos.
Ya de regreso en Quilmes, se disponía a planificar nuevamente su vida, rodeado de algunos amigos y unos pocos familiares, ya que vivía solo y como lazos sanguinos tenía un hermano y unas primas; digamos que Raúl tiene 33 años, aparentará 30 o menos, por su carácter alegre y el estilo informal de su vestimenta, un tipo entrador y confiable, de profesión vendedor en una agencia de autos.

Como era habitual desde hace años, se reunía los martes a la noche a cenar con sus amigos, la convocatoria era abierta, los casados iban con sus esposas, los solteros acompañados o solos; Raúl formaba parte de éste último grupo, nunca se le conoció “oficialmente” alguna pareja, se supo de muchas aventuras, se lo vio varias veces caminar por la peatonal Rivadavia acompañado o algunas noches en algún boliche, pero lo que se dice, en serio…, nada.
Ese martes llegó temprano al club Moreno, donde acostumbraban a cenar, hacían la  previa con algunos tragos y se relajaban con el billar; mientras esperaban al resto, el tema principal era sobre su reciente viaje.
Estaba Alfredo con su novia, Claudia con un amigo, y del grupo de solitarios: Carlos, Federico y por supuesto Raúl.  Fue Alfredo quien le preguntó como le había ido, su novia se interesó más sobre las playas y el mar; por su parte Claudia quería saber si había traído algunos cd de salsa y el novio de esta le preguntó por algunos aspectos políticos y sociales; la conversación resultaba amena hasta que Carlos socarronamente le preguntó:
- ¿Che…, es verdad que todas las cubanas son putas…? -
Raúl, tomó con fuerza el taco de billar, impulsivamente se lo iba a partir en la cabeza y se controló ya que justo en ese momento llegaban Javier con Marcela, otros de los participes de la reunión; se saludaron entre todos, hablaron algunas cosas del momento.
Carlos volvió a la carga: - ¿Y…, es así, no?…, si a mi me contaron unos pendejos que viajaron que no pararon de co…… - Raúl, lo frenó antes que siguiera, con una aceleración de pulsaciones superior a ciento veinte, le puso una mano en el pecho con ganas de hundírselo y le recriminó – No podes decir esas boludeces, gordo…, ¿es lo único que se te ocurre? - , mientras que Carlos insistía: - Si todos los que van allá dicen lo mismo, dale…, no seas jodido contanos de tus aventuras caribeñas… jajaja – reía con cierta lujuria.
La llegada de otra pareja lo salvó de recibir la puteada de su vida; momentáneamente la atmósfera se hizo más respirable hasta que Carlos con algunos efectos de unos Gancia en el estomago vacío, insistió nuevamente: - ¿Y…, vas a contarnos o no…? - , Raúl se tomo un tiempo, invito al resto que tomaran asiento alrededor de un par de mesas y les dijo, - Si…, les voy a contar como son las cubanas - , a esta altura Carlos se relamía y en los demás existía una cierta curiosidad sobre el desenlace de ese casi, enfrentamiento entre el conocimiento y la vulgaridad.
Raúl pidió un whisky se tomó unos instante buscando las palabras justas, la insistencia de Carlos le pareció infame, propio de un ignorante, aunque reconoció que se trata de un criterio muy extendido; se tomó la barbilla con la mano izquierda y mirándolo fijamente a su circunstancial oponente le dijo: - Sabes que ese concepto que tenés de las mujeres cubanas es producto de "pelotudos como tus amigos" que viajan con una sola idea fija, y se ven obligados hacer 9.000 kilómetros para poder tener una relación sexual, por la que además deben pagar. Te sorprendería si supieras que en Cuba el sexo es de las pocas cosas gratuitas y no racionadas.  No debe ser reconfortante para tus amigos saber que han estado pagando por algo que todos los demás lo hacen por placer – explicaba Raúl a todos, pero mirando solamente a Carlos. –Otra cosa – continuó -  Conozco decenas de cubanas y solo conozco 3 o 4 prostitutas, el resto trabajan o estudian y se enamoran de un cubanito y se juntan o se casan como el resto de los mortales. Podría contarte cientos de anécdotas sobre mujeres cubanas que dejarían con la boca abierta a más de un boludo como vos, porque son muchísimas las que priorizan en sus relaciones personales el amor antes que el dinero. –
Nuevamente la atmósfera del salón se había puesto densa, ahora eran todas las miradas hacia Carlos, que titubeó con mucha incomodidad: - Che…, no te la agarres conmigo, yo solamente te hice un pregunta – a lo que Raúl le respondió: - Bueno…,¿ no querías saber sobre las mujeres cubanas…,¿ te sigo contando…, Conocí a una cubana, hija de un amigo muy querido por mi, que estaba unida a un empresario español. Vivían en Madrid, hasta que en uno de sus viajes a la isla para visitar a sus padres se reencontró con un guajiro amigo de la infancia, trabajador manual, de muy modesta posición. Me imagino que a su ex pareja le puede costar comprender que ella haya dejado todas las comodidades que tenía en España para llegar a Cuba a vivir como una más, cambiando tan codiciados lujos por los simples placeres del alma - 
- Es mas… - se entusiasmó Raúl al ver la atención que le prestaban sus amigos: - Nada amilana a la mujer cubana, ellas fueron el sostén principal de sus hogares durante la crisis económica de los años 90, cuando había que ingeniársela para cocinar sin alimentos y lavar la ropa sin jabón. En aquellos años se convirtieron en una especie de "Jesucristo doméstico" y realizaban el milagro de multiplicar los panes y los peces, para que los suyos tuvieran cada día en la mesa los alimentos necesarios para sobrevivir, esa es la mujer cubana, Carlos…- lo increpó, a lo cual no tuvo respuestas, pero notó en el rostro de sus amigos una ansiedad de cómo seguía la cosa.
Sin pretender cansarlos, miró de reojo, una vez más, su reloj pulsera y continuó: - Esas cubanas, todo ese milagro tuvieron que hacerlo a la par que desarrollaban sus estudios y sus trabajos, porque el 65% de los profesionales y técnicos de Cuba son mujeres También son mujeres más de la mitad de todo el personal de salud (médicas, enfermeras y técnicas) que prestan ayuda a otros países, las que recorrieron y recorren las montañas de Pakistán, las selvas de Guatemala y los barrios pobres de Caracas. Es verdad que son un poco diferentes a otras mujeres del continente. Defienden el divorcio, consideran el aborto como un derecho y no sienten que el sexo sea pecado por lo que hacen el amor sin sentimientos de culpa. – La reacción de las chicas que compartían la mesa fue todo un festejo, con gritos y aplausos.
Carlos se mantenía pasmado, sin ganas de festejar nada y siendo el hazme reír del resto, que les hacían chanzas, lo que motivó que se levantara trastabillando de su silla, secándose una grotesca transpiración y enfilara hacia la puerta de calle para reponerse con el fresco de la noche.
Alcanzó a caminar cuatro o cinco pasos hasta que se topó de frente con una bella y elegante figura femenina que nunca hubiese podido imaginar en sus morbosos pensamientos, se quedó congelado….
Raúl al percibir esa patética escena alcanzó a levantar la voz para decirle: - Carlos…, te presento a la doctora Angela Varela Cuella,,,. mi reciente esposa cubana -

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