Raúl
regresaba de su cuarto viaje a Cuba, ya lo había hecho en el 2010: el año
pasado viajó dos veces y ahora este viaje; sus amigos sentían curiosidad por
saber que era que lo llevaba a viajar tan seguido a ese país; por su parte él
siempre se sintió fascinado de la belleza de la “isla”, su historia, sus
lugares y principalmente su gente, la calidad del trato, el afecto, la dulzura
del habla, la filosofía de vida. En
realidad Raúl no era ningún magnate para viajar tanto; ahorraba durante todo el
año y podía disponer de ese pequeño placer de quince o veinte días, además ya
había hecho amistades en La Habana, en Pinar, en Santa Clara, hasta en Varadero
mismo; entonces se alojaba en casas de familias que todos los años lo esperaban
con los brazos abiertos.
Ya de
regreso en Quilmes, se disponía a planificar nuevamente su vida, rodeado de
algunos amigos y unos pocos familiares, ya que vivía solo y como lazos
sanguinos tenía un hermano y unas primas; digamos que Raúl tiene 33 años,
aparentará 30 o menos, por su carácter alegre y el estilo informal de su
vestimenta, un tipo entrador y confiable, de profesión vendedor en una agencia
de autos.
Como era
habitual desde hace años, se reunía los martes a la noche a cenar con sus
amigos, la convocatoria era abierta, los casados iban con sus esposas, los
solteros acompañados o solos; Raúl formaba parte de éste último grupo, nunca se
le conoció “oficialmente” alguna pareja, se supo de muchas aventuras, se lo vio
varias veces caminar por la peatonal Rivadavia acompañado o algunas noches en
algún boliche, pero lo que se dice, en serio…, nada.
Ese martes
llegó temprano al club Moreno, donde acostumbraban a cenar, hacían la previa con algunos tragos y se relajaban con
el billar; mientras esperaban al resto, el tema principal era sobre su reciente
viaje.
Estaba
Alfredo con su novia, Claudia con un amigo, y del grupo de solitarios: Carlos,
Federico y por supuesto Raúl. Fue
Alfredo quien le preguntó como le había ido, su novia se interesó más sobre las
playas y el mar; por su parte Claudia quería saber si había traído algunos cd
de salsa y el novio de esta le preguntó por algunos aspectos políticos y
sociales; la conversación resultaba amena hasta que Carlos socarronamente le
preguntó:
- ¿Che…, es
verdad que todas las cubanas son putas…? -
Raúl, tomó
con fuerza el taco de billar, impulsivamente se lo iba a partir en la cabeza y
se controló ya que justo en ese momento llegaban Javier con Marcela, otros de
los participes de la reunión; se saludaron entre todos, hablaron algunas cosas
del momento.
Carlos
volvió a la carga: - ¿Y…, es así, no?…, si a mi me contaron unos pendejos que
viajaron que no pararon de co…… - Raúl, lo frenó antes que siguiera, con una
aceleración de pulsaciones superior a ciento veinte, le puso una mano en el
pecho con ganas de hundírselo y le recriminó – No podes decir esas boludeces,
gordo…, ¿es lo único que se te ocurre? - , mientras que Carlos insistía: - Si
todos los que van allá dicen lo mismo, dale…, no seas jodido contanos de tus
aventuras caribeñas… jajaja – reía con cierta lujuria.
La llegada
de otra pareja lo salvó de recibir la puteada de su vida; momentáneamente la
atmósfera se hizo más respirable hasta que Carlos con algunos efectos de unos
Gancia en el estomago vacío, insistió nuevamente: - ¿Y…, vas a contarnos o no…?
- , Raúl se tomo un tiempo, invito al resto que tomaran asiento alrededor de un
par de mesas y les dijo, - Si…, les voy a contar como son las cubanas - , a
esta altura Carlos se relamía y en los demás existía una cierta curiosidad
sobre el desenlace de ese casi, enfrentamiento entre el conocimiento y la
vulgaridad.
Raúl pidió
un whisky se tomó unos instante buscando las palabras justas, la insistencia de
Carlos le pareció infame, propio de un ignorante, aunque reconoció que se trata
de un criterio muy extendido; se tomó la barbilla con la mano izquierda y
mirándolo fijamente a su circunstancial oponente le dijo: - Sabes que ese
concepto que tenés de las mujeres cubanas es producto de "pelotudos como
tus amigos" que viajan con una sola idea fija, y se ven obligados hacer
9.000 kilómetros para poder tener una relación sexual, por la que además deben
pagar. Te sorprendería si supieras que en Cuba el sexo es de las pocas cosas
gratuitas y no racionadas. No debe ser
reconfortante para tus amigos saber que han estado pagando por algo que todos
los demás lo hacen por placer – explicaba Raúl a todos, pero mirando solamente
a Carlos. –Otra cosa – continuó -
Conozco decenas de cubanas y solo conozco 3 o 4 prostitutas, el resto
trabajan o estudian y se enamoran de un cubanito y se juntan o se casan como el
resto de los mortales. Podría contarte cientos de anécdotas sobre mujeres
cubanas que dejarían con la boca abierta a más de un boludo como vos, porque
son muchísimas las que priorizan en sus relaciones personales el amor antes que
el dinero. –
Nuevamente
la atmósfera del salón se había puesto densa, ahora eran todas las miradas
hacia Carlos, que titubeó con mucha incomodidad: - Che…, no te la agarres
conmigo, yo solamente te hice un pregunta – a lo que Raúl le respondió: -
Bueno…,¿ no querías saber sobre las mujeres cubanas…,¿ te sigo contando…,
Conocí a una cubana, hija de un amigo muy querido por mi, que estaba unida a un
empresario español. Vivían en Madrid, hasta que en uno de sus viajes a la isla para
visitar a sus padres se reencontró con un guajiro amigo de la infancia,
trabajador manual, de muy modesta posición. Me imagino que a su ex pareja le
puede costar comprender que ella haya dejado todas las comodidades que tenía en
España para llegar a Cuba a vivir como una más, cambiando tan codiciados lujos
por los simples placeres del alma -
- Es mas… -
se entusiasmó Raúl al ver la atención que le prestaban sus amigos: - Nada
amilana a la mujer cubana, ellas fueron el sostén principal de sus hogares durante
la crisis económica de los años 90, cuando había que ingeniársela para cocinar
sin alimentos y lavar la ropa sin jabón. En aquellos años se convirtieron en
una especie de "Jesucristo doméstico" y realizaban el milagro de
multiplicar los panes y los peces, para que los suyos tuvieran cada día en la
mesa los alimentos necesarios para sobrevivir, esa es la mujer cubana, Carlos…-
lo increpó, a lo cual no tuvo respuestas, pero notó en el rostro de sus amigos
una ansiedad de cómo seguía la cosa.
Sin pretender
cansarlos, miró de reojo, una vez más, su reloj pulsera y continuó: - Esas
cubanas, todo ese milagro tuvieron que hacerlo a la par que desarrollaban sus
estudios y sus trabajos, porque el 65% de los profesionales y técnicos de Cuba
son mujeres También son mujeres más de la mitad de todo el personal de salud
(médicas, enfermeras y técnicas) que prestan ayuda a otros países, las que
recorrieron y recorren las montañas de Pakistán, las selvas de Guatemala y los
barrios pobres de Caracas. Es verdad que son un poco diferentes a otras mujeres
del continente. Defienden el divorcio, consideran el aborto como un derecho y
no sienten que el sexo sea pecado por lo que hacen el amor sin sentimientos de
culpa. – La reacción de las chicas que compartían la mesa fue todo un festejo,
con gritos y aplausos.
Carlos se
mantenía pasmado, sin ganas de festejar nada y siendo el hazme reír del resto,
que les hacían chanzas, lo que motivó que se levantara trastabillando de su
silla, secándose una grotesca transpiración y enfilara hacia la puerta de calle
para reponerse con el fresco de la noche.
Alcanzó a
caminar cuatro o cinco pasos hasta que se topó de frente con una bella y
elegante figura femenina que nunca hubiese podido imaginar en sus morbosos
pensamientos, se quedó congelado….
Raúl al
percibir esa patética escena alcanzó a levantar la voz para decirle: - Carlos…,
te presento a la doctora Angela Varela Cuella,,,. mi reciente esposa cubana -
No hay comentarios:
Publicar un comentario