Retomó sus
pasos con un destino incierto sin querer mirar atrás, acariciándose
melancólicamente la chalina de seda que le recuerda la piel de esa mujer que
dejó irse de su vida, disculpándose en voz baja: - Perdoname por haberte
querido tanto…….
Nunca se le
fue de la mente la noche que la conoció, en un baile juvenil y demasiado
inocente, que organizaba el programa televisivo “La Escala Musical” en el club
Ferrocarril Oeste por la década del ´60, los jardines del club estaban llenos
de jóvenes, esa noche actuaba en vivo el cantante romántico “Tito” Rodríguez.
Julio no
era de frecuentar esos ámbitos tan formales, con su grupo de amigos tenían sus
preferencias en reductos non sanctos con diversiones y compañías mas ligeras;
pero esa noche de carnaval se dejó llevar por sus instintos naturales y en una
soledad que lo avergonzaba de ser detectado por alguno de sus amigos se fue al
“baile de ferro” como se lo conocía en el barrio de Caballito.
Acostumbrado
a los otros ambientes llegó casi sobre la mitad del baile, recorrió las pistas
y una vez seguro de no encontrar a ningún conocido a la vista decidió buscar
alguna compañía para bailar; de repente, como una imagen sensorial, la vio….,
pero al instante no estaba mas; se movió con presura y agilidad entre el gentío,
casi empujando a los demás, y al querer correr del hombro a un joven que estaba
por delante, la volvió a tener a la vista.
No era
bella, era diferente, intrigante, con una piel…. ni blanca, ni morena…, con una
talla muy frágil, unos ojos que no eran de ese cuerpo….., una mirada con
alegría y llanto a la vez….y una risa casi gutural…, con un sonido de varias
escalas en una sola. Julio nunca recordó
su vestido, ni su peinado, se dejó llevar por una imagen y el sonido de su
risa, para nada estridente, pese a todas sus cualidades, fue como el “canto de
una sirena”.
Aún con la
mano sobre el hombro de quien lo precedía, lo corrió cual si fuera un
cortinado, quedando casi de frente a Mabel.
Ella
también sintió la vibra y se quedó mirándolo sorprendida en el medio de un
semicírculo que le habían formado sus amigas, como distinguiéndola del resto;
Julio, con temor, la voz entrecortada y una fría transpiración por todo su
cuerpo, le susurró a la distancia: - Bailas…. ??
Esa noche
de febrero fue el inicio de un gran amor entre dos pequeños seres, Julio estaba
próximo a cumplir dieciocho años y Mabel con los recuerdos aún frescos de sus
quince recién cumplidos; de ese baile disfrutaron toda la noche, con cumbias,
baladas, pero…. cuando “Tito” Rodríguez
en el medio de su concierto interpretó su tema “Inolvidable”, les permitió un
acercamiento físico mas intenso, se adentraron más al centro de la pista de
baile para no estar expuestos a la vista del público y confundidos entre otras
parejas románticas Julio le deslizó un suave beso en la mejilla, a modo de un
sello de tenencia; Mabel echó delicadamente su cabeza hacia tras y le sonrió a
modo de aprobación.
Después
vinieron días de reconocimiento y citas para tomar helados, recorrer las
galerías en busca de fotos y discos, encuentros en plazas después del “cole”,
Julio en cuarto año y Mabel un par menos; acompañarla hasta una cuadra antes de
la casa de los padres, esperarla en la esquina de la casa de una amiga;
aventuras propias del tiempo y la edad; un entorno de dos jóvenes enamorados,
felices, inocentes…..
Para Mabel,
la relación se fijaba como de admiración hacia Julio, la diferencia de edad,
sus experiencias, la soltura y el manejo de la vida la sorprendía a cada
instante; por su parte Julio definía lo suyo como protección a ese ser tan
frágil y angelical; nunca se le había ocurrido de exponerla a un exceso de
amor, era ternura sin sexo; algunas tardes con el pretexto de ver alguna
película iban al cine, pero todo de limitaba en ocupar un par de butacas de las
últimas filas y expresarse mutuamente sus delicados sentimientos amorosos con
besos y abrazos; Julio estaba seguro que de querer avanzar más, lo podría
conseguir, inclusive cuando intentaba algún nuevo juego amoroso exploratorio,
no tenía resistencia por parte de Mabel; pero no era lo correcto se
autocensuraba Julio, criado en una familia tradicional de aquellos años, con un
padre que bien lo aconsejaba y tenía muchas expectativas en él, con una hermana
de la edad de Mabel,….. no era justo lastimarla.
Además
tampoco lo necesitaba fisiológicamente, con sus amigos los fines de semana
organizaban salidas “de emergencia”, como le decían, e iban a unos reductos que
de tan extraños resultaban sumamente divertidos y seguros, se habían echo
habitué de la confitería “La Llave” que estaba en Pueyrredon y Arenales, y
tenía ese nombre por que simbólicamente a los clientes se los reconocía
entregándoles una llave del negocio a modo de socios, otras veces era “La
Cueva” de Av. Del Libertador y Esmeralda, un local de penumbra total, música,
tragos de “cubas libres”, hasta que alrededor de las cuatro de la madrugada las
luces se iban incentivando y eso quería decir “taza, taza cada cual para su
casa”, entonces en ese especie de amanecer se iba reencontrando cara a cara con
sus amigas, algunas tristes, otras demasiado alegres, pero sobre todo generosas
y sin muchas vueltas en una cama u otra terminaban la salida.
Mabel
ignoraba esta, ¿se podría decir….. doble vida de Julio?. Mabel se sentía extremadamente feliz con su
relación, pero las juntas con las amigas, algunas mayores que ella la motivaban
a querer más, a exponerse y querer una experiencia amorosa; así algunas veces
se lo insinuó a su pareja, en los pasajes amorosos de intensidad ya no
presentaba resistencia alguna y los límites los debía fijar Julio con cierta
vergüenza.
Desde
aquellos carnavales de “Ferro” ya había pasado un buen tiempo, si bien la
relación estaba sustentada eran una pareja de adolescentes y no podían
proyectar nada a un futuro inmediato, Julio en la facultad, Mabel terminando el
comercial; eran admirados por los padres, Julio visitaba la casa de ella y
Mabel la de los padres de Julio, eran los típicos “noviecitos” de aquellos
años, pero jóvenes sin un panorama matrimonial a la vista, sin ninguna seguridad
económica para encarar una vida…..
Todo esto
también pasaba por la cabeza de Julio, la quería demasiado, la protegía, no
quería hacerle daño, pero también la deseaba y quería poseerla como una mujer
en todo su sentido, pero era tanto lo que la amaba que no quería que saliera
lastimada….. y si en una de esas nos peleamos, nos cansamos….. eran preguntas
que él se hacia reincidentemente de forma muy madura.
Por su
parte Mabel estaba dispuesta a jugársela por el amor de su vida, en este tiempo
las hormonas se le habían desarrollado en plenitud y deseaba otro tipo de
relación con Julio.
No eran
pensamientos individuales de cada uno, ya el tema lo habían tratado con
demasiada adultez en reiteradas veces y ante cuadros límites de los juegos
amorosos que se brindaban entre ellos; hasta que una tarde estando en la casa
de Mabel y con el pretexto de preparar una trabajo para la escuela se aislaron
en la habitación de ella, pero todo había sido un artilugio, sabiendo que su
madre debía salir a hacer unas compras y eso le permitió contar con un terreno
fértil y del cual Julio no podría escapar; de las caricias, pasaron por los
besos, los reconocimientos genitales, las exploraciones de lo desconocido, al
punto de estar en éxtasis total, sin ropas, sin negaciones, sin vergüenzas, ni
pudores……..
A Julio le
pasaron en un segundo miles de imágenes de su vida; la mirada tierna de su
madre, una sonrisa de su hermana, un consejo de su padre, una noche de juerga
con sus amigos y “amigas”, Mabel gozando y Mabel llorando……. Y como si fuera un
resorte contenido saltó hacia atrás y con furia impresa en su rostro le dijo a
Mabel: -Perdoname por quererte tanto, no quiero lastimarte, hasta aquí
llegué……- tomó su ropa, rompió en llanto y nunca más la volvió a ver.-
Para Julio
no fue fácil negarse, escapar o buscar excusas para no verla nunca más, pero
así se lo juró de por vida, y fue la vida misma que les marcó distintos caminos
a ambos.
Julio con
un matrimonio frustrado un par de vuelcos en relaciones que parecían formales,
todo un profesional, un buen padre, un solitario sexagenario por la vida.
Mabel,
casada con un importador, madre de dos hijos, viajera del mundo, comerciante.
Pero ambos
quedaron marcados por aquel amor “imposiblemente posible” que habían vivido de
jóvenes y nunca encontraron respuestas al preguntarse que habría sido de ellos
de haber continuado, así como nunca supieron de sus destinos, tampoco se
volvieron a ver hasta el día de ayer……
La tarde
estaba confundida entre la tibieza primaveral y la brisa fresca del atardecer,
caminando por la Av. Santa Fé como lo hacía casi todas las tardes que salía de
su estudio de abogado, Julio decidió comprarse una chalina para protegerse la
garganta, vio unas importadas de seda natural en un negocio y no vaciló en
entrar, miró algunas expuestas mientras esperaba ser atendido y repentinamente
le suena en sus oídos un familiar, afectivo y reconocido sonido, similar a una
sonrisa gutural…., recorre con su cabeza y atónita mirada a su alrededor en
busca de una explicación, alguna fuente sonora…., algo que lo condujera a la
realidad y que no fuera un ataque de locura, mas con la insistencia que esa
sonrisa se le convirtió como en un canto de sirena que quería cautivarlo y
retrotraerlo en un segundo cincuenta años….., cuando termina su giro casi
completo en un costado del negocio se la encuentra a Mabel parada casi frente a
él: la brisa del atardecer se le comprimió toda junta en la columna vertebral,
la tibieza primaveral le invadió el alma….., no puede ser, no puede ser, no
puede ser…., pensaba; a Mabel se le llenaron los ojos de lágrimas, le estiró
las manos, se abrazaron……..,
Julio le
deslizó un suave beso en la mejilla, a modo de un sello de tenencia; Mabel echó
delicadamente su cabeza hacia tras y le sonrió a modo de aprobación.
Como
chicos, sin palabras, con miradas cómplices se quedaron frente a frente por unos
segundos que pareció una vida, en realidad fue una vida que se cruzó entre
ellos…….., para salir del embarazoso momento Julio quiso explicarle, como pudo
que estaba buscando una chalina, Mabel colaborando para romper o componer el
momento le ofreció las mejores que tenía en seda natural; reinstalada una
cierta normalidad emocional entre ambos, todavía con los corazones latiendo
fuertemente, cada uno fue arriesgando un poco que había sido de sus vidas, en
los primeros años de su separación, en sus inicios matrimoniales, sus vidas
profesionales; pero esas preguntas y respuestas solo servían para aferrarse más
y más al pasado en común de ellos, buscaban repuestas simpáticas o esquivaban
preguntas que sabían que se harían.
Al final
fue Mabel quien le eligió la chalina de suave seda natural, se la acomodó sobre
el cuello mientras lo acompañaba hasta la puerta del negocio en un recorrido
lento como si ninguno de los dos quisieran llegar al umbral; ahí mismo se
volvieron a mirar, Mabel tomó la mano de Julio entre las de ella y mirándolo
fijamente a los ojos con los suyos en llanto le dijo: -Gracias mi amor por
haber sido tan bueno conmigo, disculpame si sufriste por mi, pero nunca
comprendí lo tuyo hasta que conocí al padre de mis hijos y le pude brindar lo
que vos tanto me cuidaste, nunca dejaré de amarte…..-
Julio trató
de apartar su mano de las de ellas, como quien la extrae del interior de un
tibio capullo de algodón y cuando le dejaba un beso sobre la mejilla le dijo:
-Perdoname
por quererte tanto, no quiero lastimarte, hasta aquí llegué……- se fueron
soltando mutuamente como pesadas amarras marinas…., Julio al girar sus pasos y
encaminarse le pareció reconocer un pequeño llanto, gutural también, se le hizo
difícil no darse vuelta y volver corriendo, tampoco cuando se dio cuenta que no
le había pagado la chalina y tenía el argumento perfecto, se frenó por un
segundo y siguió su camino pensando: ¡no, ahora no, ya es demasiado tarde….
Entonces
retomó sus pasos con un destino incierto sin querer mirar atrás, acariciándose
melancólicamente la chalina de seda que le recuerda la piel de esa mujer que
dejó irse de su vida, disculpándose en voz baja: - Perdoname por haberte
querido tanto…….
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