jueves, 14 de junio de 2012

PABLITO Y CAMILO

Segundo Premio XXIII Concurso Nacional de Cuento, Poesía y Ensayo “Gabriela Mistral” 2011, organizado por la SADE LANÚS


Mención de Honor Concurso Literario y Artístico "58º Aniversario de Mi Ciudad" Florencio Varela - 2011 


Ya desde chicos se conocían, no se tiene una referencia exacta del momento o la ocasión que los llevó a juntarse, pero el enlace entre Pablito y Camilo, se puede decir:… fue desde siempre, casi una vida compartida, breve para uno, extensa para el otro.

Pablo, hoy con algunos años a cuesta, recuerda con tristeza los últimos momentos compartidos con quien fuera su mejor amigo cuando era un niño y le vienen en mente: los juegos, las carreras, inclusive las peleas que tuvieron, pero sin consecuencias ya que pese a ser Camilo un poco más grande, siempre trató de no perjudicarlo. Lo revive todo en presente, como si los años no hubieran pasado….


Camilo, lo mira con resignación a su amigo, como agradeciéndole los momentos vividos, las cosas que le enseñó, el lugar que le brindó en su vida, la casi adopción que tuvo con él; no recuerda tampoco como fue el primer encuentro con Pablito, ambos eran muy chicos, pero sí, tiene presente el amor que siempre se brindaron, no solamente entre ellos, sino también el cariño que le supo dar la familia.

Siempre Camilo admiró una inteligencia superior y un apego especial en los padres de Pablito, e inclusive de él mismo, que siendo tan pequeño lo entendiera tanto, que supiera de sus alegrías y lo acompañara en sus tristezas; que adivinara cuales eran sus gustos, sus comidas preferidas o hasta algo tan primitivo como saber cuando tenía frío o calor.

Pablo, sin comprender casi el paso de los años, recuerda cuando su amigo lo esperaba todos los mediodías a la llegada del colegio, el almuerzo juntos, la compañía que sentía al momento de no tener que hacer los deberes en soledad; hasta inclusive algunas siestas de
invierno revolcados entre viejas frazadas o compartir la pileta de natación en los veranos.

Pablito por esas cosas del destino, no tuvo hermanos, pero Camilo supo llenar ese espacio de afecto en su vida; entre ellos nunca existió un dialogo fluido, no eran de hablarse mucho, sus complicidades pasaban más por miradas, gestos, o bien actitudes de uno que eran seguidas por el otro; los años les fueron enseñando algunos códigos, cosas de uno al otro, de cómo moverse, donde ir, las limitaciones; hasta en algunas cosas parecían uno solo; pero las diferencias existían.

Ya no queda mucho para proyectar, ni imaginarse nuevos juegos entre ambos, han pasado los años y no han sido en vano, mas de trece; hoy Pablo no entiende como casi con egoísmo se le puede ir ese amigo del alma, Camilo, cansado y ya sin fuerzas no sabe como despedirse de su amigo de la vida, le faltan las palabras para agradecerle, solamente lo mira con sus ojos vidriosos y con un leve parpadeo que asimila un “adios”.

El tiempo fue pasando y aquellos instantes finales de una amistad, quizás su primera y única amistad quedaron marcados para siempre en la vida de Pablo; aún recuerda con mezcla de alegría y tristeza esos años de su niñez, esa compañía que le brindó amor y cariño, esa unión que le permitió estar siempre protegido, esos momentos incomparables que le posibilitaron brindar sus sentimientos a un ser como Camilo…… ¡todo un perro!

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