miércoles, 6 de junio de 2012

EL ABUELO MARIO, ILUSIONISTA DE LA VIDA


Como experiencia sonaba por demás emocionante, una aventura diferente para unas vacaciones diferentes; no se trataba de quince días de playa; la prometida por el abuelo Mario era una propuesta nada despreciable, algo con historietas y aventuras.

El pequeño Agustín no paraba de contar los días para encarar con sus padres y el abuelo el viaje a las místicas sierras cordobesas; todo un desafío para el pequeño que más de la línea horizontal que le dejaba ver el balcón de su casa, no conocía otros paisajes.

Desde el mismo arranque fueron todas sorpresas, un viaje largo en el auto, una interminable carretera de cientos de kilómetros, unas ondulaciones geográficas entremezcladas con nubes a lo lejos, figuras que crecían a medida que se acercaban, hasta que el padre lo anotició: -Ahí tenés Agustín, esas son las sierras cordobesas…….-
Al pequeño no le alcanzaba el giro de su cuello para ver ese paisaje, fascinado…., atónito….., sorprendido por la majestuosidad del entorno…… y aún más cuando el abuelo Mario con cierto relato fantasioso le comentó:
 -Y esas sierras están llenas de láminas de oro, plata y piedras preciosas……- a lo que el pequeño enseguida le preguntó: -Y se pueden tocar, abuelo…??; continuando con su relato el abuelo le contó una historia de indios, lobos, pertenencias y luchas de años, que terminó por abatir a Agustín que se entregó por un rato en un dulce sueño como paso entre la realidad del relato y la fantasía que acababa de oír.

En su breve sueño se le aparecieron indios entre las sierras, lobos carroñeros, placas de oro y en el medio la imagen del abuelo, omnipotente, impecable , conciliando y dominando todo; el pequeño se preguntaba dentro del sueño ¿como el abuelo podía hablar con el indio, contener al lobo y apenas con el filo de la uña de su dedo meñique levantar una placa de oro?.  Era un sueño…!!!, al despertar se dio cuenta que todo había sido un sueño, pero igualmente le quedó esa imagen del abuelo Mario.

Los días de sierras fueron, excursiones, paseos, arroyitos, burritos y aromas especiales, que el abuelo le contó, intercalando algunas ilusiones, que eran hierbas aromáticas; era todo un entorno distinto, a cada paso un descubrimiento, en cada paisaje una anécdota, a cada pregunta de Agustín el abuelo le contaba una aventura.

Junto a su nieto, Mario juntaba piedras de mucho brillo y diminutas láminas de mica que guardaban cautelosamente en una caja de madera, cual si fuera un tesoro; el pequeño conservó por años la fantasía y la imagen de su abuelo llevando el preciado arcón, hablando con los indios, sometiendo a los lobos; todos los movimientos tenían un condimento de aventura, sueños y realidad.
Para Agustín fueron las mejores vacaciones de su vida, había descubierto otro mundo, el de la fantasía y las acciones más intensamente vividas con su abuelo.

El abuelo Mario, ya no está en este mundo, Agustín, con el paso de los años lo recuerda con cariño, mientras en una sobremesa familiar, planifican con su esposa e hijos las próximas vacaciones; -Tengo una idea…. !!! – impone…. – Los voy a llevar a vivir una aventura en las sierras cordobesas….- le dice a los hijos; quienes quedan impactados y expectantes como le ocurrió a Agustín hace muchos años.

Atesorando entre sus brazos una caja de madera que hacía años permanecía abandonada en un rincón de la casa, no la abría desde su infancia, casi; ahora parecía mas pequeña que cuando juntaba piedras y mica con su abuelo, les anticipa: -Aquí está el secreto de la aventura…..!!!-, la esposa de Agustín conocía las historias, pero sus pequeños hijos estaban ansiosos…….

Sin hacerlos esperar mucho a sus hijos, Agustín tomó simbólicamente el “arcón de los sueños” y les contó:
-Este tesoro perteneció a mi abuelo Mario, un ilusionista de la vida con el cual recorrimos las sierras cordobesas, nos relacionamos con los indios, dominamos lobos hambrientos y juntamos este oro……-
Los hijos de Agustín no podían creer aquella historia que les estaba contando, en sus cabecitas se hacían de una imagen del abuelo Mario, omnipotente, impecable; y aún más fue la sorpresas, cuando después de casi una vida, Agustín decidió abrir nuevamente la caja y de la misma saltaron a la vista para asombro de todos……, infinidad de piedras preciosas y delgadas láminas de oro.-


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