domingo, 28 de julio de 2013

LA CHICA MAS PUTA

Era la chica más puta del barrio, así de duro era el calificativo y la estigma que llevaba la pobre, los chicos de la barra le habían puesto “Tutti-frutti”; nadie nunca supo el por qué de ese sobre nombre, por apócope le decían “La Tutti”.

Acostumbraba a salir con pibes mayores que ella, con el que tenía moto o algunos con autos, los maltratos que recibía eran similares, la llevaban al parque Chacabuco, a los hoteles alojamiento de Flores o por las calles oscuras de Caballito.

 Era de esas niñas que desarrollan su cuerpo de golpe, pese a sus escasos años tenía una belleza y presencia de mujer, impactante…, y con un poco de maquillaje, su edad se multiplicaba. Morena, rotunda y racial. Pelo negro, largo y ojos profundos. Las compañeras la miraban por encima del hombro y la criticaban con la crueldad propia de la edad. Los chicos suspiraban por ella y soñaban con tener “algo”.


 

Las pocas veces que ella se juntaba a jugar con los chicos de la cuadra, todos se empecinaban en parecer tipos duros y ella, participaba con la espontaneidad propia de su edad, de una chica más.

A Jorge, siempre le quedó aquella idea de la niñez, aquellos recuerdos perversos y deseos de haberse revolcado con “La Tutti”.

Todo eso lo pensó en un segundo, pese al tiempo pasado, el día que la volvió a ver; fue en una exposición comercial a la cual había asistido en su calidad de empresario.

“La Tutti” oficiaba de promotora en un stand. Seguía lo mismo de impactante, quizás más. Al principio no lo reconoció, pero tras cruzar un par de miradas se dio cuenta.

Se acercaron y se saludaron efusivamente. Se la veía bien. Ella le preguntó por los amigos del barrio. Jorge contestó que no sabía nada de ellos, que les había perdido la pista hace muchos años.

 

Recordaron viejos tiempos, rieron, sacaron a relucir anécdotas de la niñez, compartieron un café. Distintos puntos de sus vidas coincidieron; dialogaron como viejos amigos; en parte, como profesionales. Así por arriba ella tocó el tema de su juventud, del barrio, de lo mal que la había pasado, sin nunca demostrarlo y haciendo una vida equívoca para disimular.

Ya desde la óptica adulta y con el paso de los años, aquello no había sido tan grave; quizás –una visión de pendejo caliente- pensó Jorge.

Hoy “La Tutti” era toda una mujer y nadie podía reprocharle nada.

 

Se saludaron con un beso y ella volvió con sus colegas. Jorge siguió de recorrida por la “expo”. Ahora, no podía quitarse de la cabeza lo jodida que fue la adolescencia de esa piba. Su único delito había sido “tener el sí, flojo” y el alma cerrada con siete llaves; nunca se le conoció un novio.  Ella se acostaba con sus amigos con la misma naturalidad con la que otras se recogían el pelo. Ella no se enamoraba nunca. Ella aguantó el estigma que de ser la chica más puta del barrio. Una etiqueta que le pusieron aquellas que envidiaban su seguridad con los hombres o aquellos que nunca pudieron estar con ella.

Quizás todos lo exageraron y posiblemente no se acostara ni con la mitad de hombres que le atribuían. La cuestión es que las habladurías llegaron a tal punto que sus padres tuvieron que mudarse y dejar el barrio.

Por eso Jorge, al verla esa noche, femenina, rotunda derrochando insinuación a cada paso. Viendo como todos los hombres se la comían con los ojos. La entendió perfectamente.

 

Al abandonar la exposición la dejó hablando con otro empresario;

-como fue siempre-, pensó; -la suerte de otros-  Ella escondía en su vicio su virtud, le deseó que tuviese suerte y que se lo llevara a la cama.

Esa noche para Jorge, “La Tutti” dejó de ser la chica más puta del barrio para pasar a ser una mujer valiente a la que le ha importado una mierda lo que dijeran los demás y que siempre ha hecho lo que ha querido, lo que le ha venido en ganas.

Y para eso, hay que tener muchos ovarios!!!

1 comentario:

  1. Jorge Mario Lobelos12 de marzo de 2015, 12:28

    Me gusto Luis. Muchos de nosotros lo hemos vivido y nos aferramos a los dimes y diretes de las comadres de turno. Jorge

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