Como
experiencia sonaba por demás emocionante, una aventura diferente para unas
vacaciones diferentes; no se trataba de quince días de playa; la prometida por
el abuelo Mario era una propuesta nada despreciable, algo con historietas y
aventuras.
El pequeño
Agustín no paraba de contar los días para encarar con sus padres y el abuelo el
viaje a las místicas sierras cordobesas; todo un desafío para el pequeño que
más de la línea horizontal que le dejaba ver el balcón de su casa, no conocía
otros paisajes.
Desde el
mismo arranque fueron todas sorpresas, un viaje largo en el auto, una
interminable carretera de cientos de kilómetros, unas ondulaciones geográficas
entremezcladas con nubes a lo lejos, figuras que crecían a medida que se
acercaban, hasta que el padre lo anotició: -Ahí tenés Agustín, esas son las
sierras cordobesas…….-
Al pequeño
no le alcanzaba el giro de su cuello para ver ese paisaje, fascinado….,
atónito….., sorprendido por la majestuosidad del entorno…… y aún más cuando el
abuelo Mario con cierto relato fantasioso le comentó:
-Y esas sierras están llenas de láminas de
oro, plata y piedras preciosas……- a lo que el pequeño enseguida le preguntó: -Y
se pueden tocar, abuelo…??; continuando con su relato el abuelo le contó una
historia de indios, lobos, pertenencias y luchas de años, que terminó por
abatir a Agustín que se entregó por un rato en un dulce sueño como paso entre
la realidad del relato y la fantasía que acababa de oír.
En su breve
sueño se le aparecieron indios entre las sierras, lobos carroñeros, placas de
oro y en el medio la imagen del abuelo, omnipotente, impecable , conciliando y
dominando todo; el pequeño se preguntaba dentro del sueño ¿como el abuelo podía
hablar con el indio, contener al lobo y apenas con el filo de la uña de su dedo
meñique levantar una placa de oro?. Era
un sueño…!!!, al despertar se dio cuenta que todo había sido un sueño, pero
igualmente le quedó esa imagen del abuelo Mario.
Los días de
sierras fueron, excursiones, paseos, arroyitos, burritos y aromas especiales,
que el abuelo le contó, intercalando algunas ilusiones, que eran hierbas
aromáticas; era todo un entorno distinto, a cada paso un descubrimiento, en
cada paisaje una anécdota, a cada pregunta de Agustín el abuelo le contaba una
aventura.
Junto a su
nieto, Mario juntaba piedras de mucho brillo y diminutas láminas de mica que
guardaban cautelosamente en una caja de madera, cual si fuera un tesoro; el
pequeño conservó por años la fantasía y la imagen de su abuelo llevando el
preciado arcón, hablando con los indios, sometiendo a los lobos; todos los
movimientos tenían un condimento de aventura, sueños y realidad.
Para
Agustín fueron las mejores vacaciones de su vida, había descubierto otro mundo,
el de la fantasía y las acciones más intensamente vividas con su abuelo.
El abuelo
Mario, ya no está en este mundo, Agustín, con el paso de los años lo recuerda
con cariño, mientras en una sobremesa familiar, planifican con su esposa e
hijos las próximas vacaciones; -Tengo una idea…. !!! – impone…. – Los voy a
llevar a vivir una aventura en las sierras cordobesas….- le dice a los hijos;
quienes quedan impactados y expectantes como le ocurrió a Agustín hace muchos
años.
Atesorando
entre sus brazos una caja de madera que hacía años permanecía abandonada en un
rincón de la casa, no la abría desde su infancia, casi; ahora parecía mas
pequeña que cuando juntaba piedras y mica con su abuelo, les anticipa: -Aquí
está el secreto de la aventura…..!!!-, la esposa de Agustín conocía las
historias, pero sus pequeños hijos estaban ansiosos…….
Sin
hacerlos esperar mucho a sus hijos, Agustín tomó simbólicamente el “arcón de
los sueños” y les contó:
-Este
tesoro perteneció a mi abuelo Mario, un ilusionista de la vida con el cual
recorrimos las sierras cordobesas, nos relacionamos con los indios, dominamos
lobos hambrientos y juntamos este oro……-
Los hijos
de Agustín no podían creer aquella historia que les estaba contando, en sus
cabecitas se hacían de una imagen del abuelo Mario, omnipotente, impecable; y
aún más fue la sorpresas, cuando después de casi una vida, Agustín decidió
abrir nuevamente la caja y de la misma saltaron a la vista para asombro de
todos……, infinidad de piedras preciosas y delgadas láminas de oro.-
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